Cuestión de fe

La suerte está echada. La operación de mayor magnitud económica de la historia del Levante UD es ya una realidad. Con los 60 millones de euros concedidos a finales de la semana pasada por BRIDGE, una de las plataformas de generación de fondos de deuda para proyectos de infraestructuras de Edmond de Rothschild Asset Management, la directiva del decano valenciano pretende hacer frente a la financiación de las dos fases de la remodelación del Ciutat de València, la construcción de la ciudad deportiva en el barrio de Nazaret y la cancelación de los créditos bancarios todavía pendientes del concurso de acreedores en el que el Levante UD sigue inmerso 11 años después de la firma del convenio.

La duda, no despejada más que con generalidades y cuentos de la lechera –naming, hospitality y demás castillos en el aire-, es cómo conseguirá devolver la entidad en 12 años un 130% de la deuda a la que ha sido capaz de hacer frente en los 11 previos, en el contexto, además, de mayor incertidumbre económica de la historia reciente, tanto a nivel global como en lo referente al ámbito futbolístico.

Para obtener una visión acertada de la realidad de la operación, y poder así trasladarla a todos los accionistas que formáis parte del FROG, he consultado a varios especialistas de reconocido prestigio en la materia. Escuchados todos, y si bien hay quien afirma haber llevado a cabo recientemente operaciones similares a nivel inmobiliario por tipos de interés inferiores a la mitad del firmado por el Levante UD, nuestro caso, como explica uno de los principales expertos nacionales del ámbito, es comprensiblemente diferente.

Riesgo importante, sí; coste disparatado, no

“Es difícil valorar si se trata de una financiación buena o mala, porque la respuesta a eso te la va a dar la coyuntura”, me explica como literalmente transcribo. “Ahora mismo, el tipo de interés está en prácticamente 0, por lo que un 5%, por ejemplo, nos parece muy alto. Sin embargo, la cuestión se encuentra en cómo está contemplado todo dentro del modelo de negocio, ya que no estamos ante una operación con bienes tangibles inmobiliarios de fácil colocación en el mercado. Por ejemplo, avalar con una ciudad deportiva que aún no existe, supone un riesgo para el fondo. Y además, en caso de que finalmente, por impagos, tuviera que quedársela, ¿a quién se la vende? Por todo ello, el coste, en mi opinión, no es disparatado. Entre un 5 y un 7% son tipos de interés razonables para una financiación de este tipo cuando se trata de alguien que no es el Real Madrid o el Barcelona, es decir, que no tiene una entrada de recursos extradeportivos importantes, como por ejemplo, el capítulo de merchandising”.

Además, añade, “Rothschild es un grupo que no se va a meter en algo en lo que no crea, porque ahora mismo, podría ser, si no la primera, la segunda entidad de financiación privada más importante del mundo, y eso tiene que dar cierta tranquilidad. Entiendo que tanto el Levante como ellos habrán valorado los diversos escenarios antes de ir hacia adelante con una operación de esta magnitud. No obstante, lo que nos queda es cruzar todos los dedos, los de las manos y los pies, para que el equipo siga en Primera. Si eso pasa, que entiendo que es el escenario 1, no debería haber ningún problema. Eso, siempre y cuando esta crisis no nos haga demasiado daño, que yo creo que en este tipo de proyecto no debería hacerla, al menos directamente. En cualquier caso, es un endeudamiento de primera magnitud, lo que obviamente conlleva un riesgo importante”.

La Fundación, sorprendentemente al margen de la decisión

En este sentido, en teoría, estamos ante una operación arriesgada pero comprensible. Y digo en teoría porque hay varios aspectos que invitan, una vez más, a posicionarse en la mayor de las cautelas. La principal es obvia: nadie, al margen de los impulsores de la operación dentro de la directiva, conoce la letra pequeña del acuerdo (sí, por supuesto, tampoco aquellos medios de comunicación que, ahogados en su lamentablemente habitual e interesado arrodillamiento oficialista, lo venden como la panacea sin ahondar mínimamente en él).

De hecho, ni siquiera los patronos de la Fundación, máxima accionista del club, hemos tenido acceso a un acuerdo que supone el mayor endeudamiento de la historia de la entidad. Sonará increíble, pero es tan duro como cierto.

Es más, pese a alguna filtración interesada que afirmaba que la Fundación había dado el ok a la operación, jamás ha sucedido tal cosa. Es rotundamente falso que el máximo accionista del Levante UD haya aprobado esta operación. Rotunda y absolutamente falso.

De hecho, en la última reunión de la Comisión Ejecutiva -principal órgano gestor de la Fundación-, celebrada el pasado 25 de junio, dos de los patronos reclamamos directamente conocer, lógicamente, la letra pequeña del acuerdo antes de proceder a decidir el posicionamiento favorable o no en la votación que, suponíamos, iba a llevarse a cabo en la siguiente reunión del Patronato.

Sin embargo, de manera sorprendente, el cónclave que esperábamos decisivo, la Junta Ordinaria del Patronato acaecida el pasado 27 de julio, no fue ni el mero trámite previsible. De hecho, la aprobación de la operación que supone la transformación económica y estructural de la entidad ni siquiera fue incluida en el orden del día.

Dicho orden del día se zanjó en apenas 20 minutos, y fue en el apartado final de ‘Ruegos y preguntas’, como si se tratase de un tema menor, cuando el presidente, Quico Catalán, y el director financiero de la entidad, Nacho García, se sometieron a las preguntas de los patronos, fundamentalmente, del FROG, dado que para demasiados de mis compañeros preguntar sigue siendo, incomprensiblemente, ofender a quien les ha invitado a formar parte de un órgano que, teóricamente, debe velar por el buen hacer de la directiva y el futuro de la entidad.

“Preguntar podéis preguntar, pero…”

Pequeño paréntesis. No deja de ser curioso que, mientras escribo estas líneas, el club lance un comunicado presumiendo de transparencia, jactándose de haber obtenido la máxima puntuación en un informe realizado por una ONG.

Más allá del sonrojo que produce vender que se es el club más transparente empatado con otros 18 -es decir, que seríamos campeones de liga y, a la vez, estaríamos en descenso en la primera división de la transparencia– y de invitar al citado medidor a revisar, a la vista de su escasa utilidad, los 48 indicadores analizados, es de un cinismo supino hablar de transparencia en el actual Levante UD, un club que solicita el mayor préstamo de su historia y ya no es que no traslade el acuerdo al máximo accionista de la entidad… ¡es que ni siquiera permitió a los patronos conocer el nombre del fondo!

Escudándose en la importancia de que no se filtrase el mismo -pese a que desde el 11 de junio, es decir, mes y medio antes, ya se había publicado en prensa-, el Sr. García, tirando de una ironía de dudoso gusto, contestó a la cuestión con un tono, en mi opinión, que evidencia la posición real de superioridad del trabajador -en este caso, la directiva- con respecto al dueño -la Fundación-: “Preguntar podéis preguntar, pero no lo vamos a decir”. Difícil superar tamaña transparencia.

Cuando, poco a poco, ante las preguntas del FROG, salieron a la palestra algunos de los datos de la operación, se nos solicitó una confidencialidad hasta la concreción de la operación que, una vez más, hemos cumplido pese a nuestro desacuerdo con, como mínimo, las formas de llevarla a cabo.

“Dentro de unos años nos reiremos de estas cifras”, afirmó en un momento dado el presidente, provocándome, lo reconozco, el escalofrío fruto de la duda de si lamentaremos recordar esa frase dentro de unos años. Esa ligereza a la hora de afrontar una operación de tal magnitud en las circunstancias actuales me parece sumamente atrevida. Sinceramente, más que reírnos dentro de unos años del tema, me conformaría con no tener que lamentarlo.

La posible necesidad, escondida

Así mismo, dada la actual coyuntura global provocada por la pandemia, quisimos saber si, de verdad, la operación es una apuesta voluntaria por el futuro o un modo de salir al paso de una situación de necesidad del club -de la que, periodísticamente, he recibido diversos avisos, relacionados tanto con el aplazamiento de pagos menores de 50.000 euros, como de la tardanza en los abonos a la constructora en esta primera fase de remodelación del estadio-.

La respuesta de Quico, en este aspecto, sigue siendo rotunda: no hay necesidad alguna de pedir el crédito. Se pide “porque es el momento de crecer”. Yo, que crecí periodísticamente con el cuento de Villarroel de que éramos “el club más saneado de España” y “el único que pagaba nóminas por adelantado” para acabar con más de 90 millones de deuda y el club al borde de la liquidación, hace tiempo que aprendí a desconfiar de determinados planteamientos.

En cualquier caso, si había necesidad económica y esto es una patada adelante, tardaremos en saberlo. Ahora, el ingreso de 60 millones de euros dará para pagar el nuevo estadio, la ciudad deportiva y saldar los 13 millones con los bancos pendientes del concurso. Y todo va a parecer maravilloso durante un tiempo. Pero que nadie olvide que, después de todo eso, quedarán 60 millones, más intereses, que pagar. Y con prácticamente todo el patrimonio hipotecado.

Para hacer frente a los pagos, y evitar tener problemas, el club tiene previsto ir alimentando “una especie de hucha” con la que soportar los años de mayor carga del préstamo. Otra gota de sudor frío. ¿Qué sucederá con esa hucha cuando los resultados deportivos inviten a un sobre coste para intentar salvar la categoría? Porque creer que, en los próximos 12 años, eso no va a suceder nunca, es vivir en un optimismo utópico.

En definitiva, que lejos de visiones maniqueas sobre la operación, esta se ha firmado con un fondo que invita a confiar en su viabilidad pese a las dificultades actuales. Eso sí, las formas no han sido ni transparentes ni las mejores, y se trata de una decisión unilateral por parte de la directiva del Levante UD, que no ha querido contar con la aprobación de la Fundación de la misma.

Inicialmente, Quico manifestó su intención de contar con ella, pero entiendo que finalmente, dando por válida una interpretación (actualmente, aunque discutida, dominante y seguida por la Dirección General de Seguridad Jurídica y Fe Pública) que entiende que no es necesario el acuerdo de la Junta General para hipotecar más del 25% de los activos del último balance aprobado -consentimiento que sí exige la Ley de Sociedades de Capital desde 2014 para la adquisición, enajenación o aportación de activos que superen dicho valor (sin olvidar que una hipoteca, en caso de impago, implica una enajenación en potencia)-, el presidente ha decidido obviar la votación en la Junta.

En mi opinión, carece de sentido no pedir el apoyo de la Fundación. Primero, porque lo hubiera tenido, seguro, por cuanto recordemos que la actual institución es herencia de la que él mismo nombró a dedo, con lo que la afinidad es obvia, como ha quedado históricamente demostrado de manera sobrada.

Y en segundo lugar, porque hubiera repartido la responsabilidad. Hubiera sido una apuesta de riesgo, por necesidad u oportunidad, pero lo hubiera sido de todos. De este modo, no es así.

En cualquier caso, el préstamo está firmado y, la suerte, echada. Desde el FROG, seguimos demandando tanto al presidente como al resto de la directiva actual un cambio de actitud, una mayor confianza en el resto del levantinismo, una transparencia real y no pobremente aparente, una democratización del club que abra las puertas de las decisiones a todos los sectores actualmente marginados, aunque a veces vayamos a decir lo que no se quiere oír.

A partir de ahí, compartimos la ilusión por ver un Ciutat majestuoso y una ciudad deportiva en Valencia donde nuestro futuro crezca en las mejores condiciones. Soñamos con un gran Levante, y por no ver desvanecerse ese sueño, seguiremos sin elegir mirar para otro lado.

Un saludo cordial a tod@s. Y Macho Levante.

Carlos Ayats, presidente del FROG – Asociación de Accionistas del Levante UD